Esta meditación hizo que mi conciencia se expandiera, permitiéndome convertirme en una persona más flexible, porque mi mente era muy estructurada y rígida; me hizo comprender que todo es posible, ahora tengo más alegría y esperanza.
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En el mundo de la mente, vivía solo para mí y quería todo para mí. Aprendí a ser más generoso y a vivir para los demás, que no son más que yo. Este camino me hizo sentir hermandad con otras personas, somos uno; lentamente pude superar mis miedos y descubrir que todos somos una gran familia.
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Estoy agradecido de haber descubierto que el Universo está en mí. Siempre viviendo en mi mundo mental, no podía creer en la existencia de un mundo diferente al mío. Con la mente egoísta, pensé que era natural que todo se debía a mí, sin saber cómo reconocer que todo era realmente un regalo. También aprendí a agradecer. Siento que hay un largo camino por recorrer, pero no estoy solo y, por lo tanto, me siento animado a caminar juntos por este camino.